Durante mucho tiempo se ha recalcado la importancia del consumo de calcio, especialmente el procedente de los lácteos, para mejorar nuestra salud ósea.
Sin embargo, expertos en este campo, están aportando suficiente información y estudios realizados sobre este tema, que deberíamos tener en cuenta. La densidad mineral, es decir, la cantidad de material mineral, generalmente fósforo o calcio, por unidad de área en los huesos, no es lo único que hay que valorar, sino también la calidad del hueso. En este término se engloban una serie de factores como el grado de remodelado, la mineralización, la microarquitectura y la geometría ósea.
La matriz ósea proporciona las características y propiedades específicas al hueso. Está compuesta por material orgánico, sobre todo fibras colágenas ( diferente de unas personas a otras), proteínas óseas y proteoglucanos, y por minerales. No se puede dar un exceso de minerales sin tener en cuenta la matriz ósea, porque si éstos no se fijan, circularán por sangre.
Por lo tanto, ¿importa sólo el calcio o es necesario tener en cuenta otros factores?
Hablemos de algunos de ellos
Vitamina D
La vitamina D se comporta como una hormona con múltiples funciones en el organismo. De todas sus acciones la mejor estudiada se relaciona con la salud ósea. Los depósitos adecuados de la vitamina mantienen el metabolismo calcio-fósforo dentro de la normalidad.
Las fuentes principales son la síntesis cutánea de la hormona, inducida por la radiación solar y el aceite de pescado. Sin embargo, y por diversos factores, en muchos casos la síntesis cutánea no es del todo eficaz. Hay gran parte de la población que está en riesgo de presentar déficit o insuficiencia de este micronutriente. Esta insuficiencia mantenida origina el raquitismo en niños y la osteomalacia en el adulto.
La osteomalacia es un trastorno músculo-esquelético caracterizado por una alteración del metabolismo y mineralización ósea, con frecuencia relacionada con alteraciones del metabolismo de la vitamina D y del fosfato, y cursa con dolor óseo difuso o inespecífico (especialmente columna, pelvis y parrilla costal), debilidad y dolor muscular. A veces, puede confundirse con otros procesos dado que las manifestaciones son variables.
Encontramos la vitamina D en la naturaleza en dos formas: D2 o ergocalciferol y D3 o colecalciferol.
Funciones de la vitamina D
Su acción principal consiste en aumentar la absorción intestinal de calcio y fósforo. La dieta no va a ser suficiente para conseguir la cantidad de vitamina necesaria. A partir de los 35 años, la piel pierde la capacidad de síntesis de vitamina D, por eso, y a pesar de la exposición al sol podría ser necesaria la suplementación, en forma D3 o colecalciferol, ya que parece ser que es más efectiva por su mayor afinidad al receptor. Antes de cualquier suplementación es necesaria una valoración exhaustiva de la persona, perfil clínico, bioquímico, estilo de vida y alimentación. Sería imprescindible medir la concentración plasmática de 25(OH) vitamina D, así como sería recomendable conocer los valores de la hormona paratiroidea (PTH) la cual interviene también en la regulación del metabolismo de calcio y fósforo.
Vitamina K
La vitamina K es más conocida por sus funciones en la coagulación sanguínea pero además tiene un papel importante en la salud ósea.
Función en metabolismo óseo
Es necesaria para que la osteocalcina (la proteína no colágena más importante en el hueso) funcione.
Está involucrada en la regulación del manejo del calcio en el organismo.
Previene las calcificaciones vasculares y de los tejidos blandos, y también promueve la integración del calcio en el hueso
Existen estudios que indican que una dieta con niveles altos de vitamina K se asocian con un menor número de fracturas de cadera en hombres ancianos y mujeres.
Hay dos formas naturales de vitamina K: vitamina K1 (filoquinona) y vitamina K2 (menaquinona). La vitamina K1 es la forma predominante en la dieta humana y los suplementos de ésta se utilizan para tratar la deficiencia de vitamina K, prevenir las hemorragias o problemas de coagulación. La vitamina K2 se encuentra en menor disponibilidad en los alimentos, pero puede ser más activa biológicamente que la vitamina K1. Los suplementos de vitamina K2 parecen estar más indicados para la prevención y tratamiento de la osteoporosis.
Principales fuentes de vitamina K
- Vegetales de hoja verde (berro, perejil, col, espinaca, lechuga)
- Vegetales del género Brassica (coles de Bruselas, brócoli)
- Algunas frutas (aguacate, kiwi y uvas verdes)
- Algunas hierbas (perejil y cilantro)
- Té verde o de hierbas.
Una dieta equilibrada que tenga en cuenta estos factores, además de otras sustancias implicadas en el metabolismo óseo, junto con un estilo de vida adecuado, podrán prevenir, retrasar o mejorar muchas patologías relacionadas con la salud de los huesos.
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